Encontramos a un domador de dinosaurios sentado en su habitación, esperando a los payasos.
Nos adentrábamos por el pasillo de Pediatría y pronto nos recibían sillas de ruedas y patinetes portasueros. Parecía que ese día, todos los niños habían salido de sus habitaciones para recibirnos. Sin embargo, nos dimos cuenta que en una habitación no habían podido salir pero deseaban ansiosos nuestra visita.
Llamamos a la puerta y antes de decir nada, los ojos de nuestro protagonista se iluminaron y su mamá nos dijo: ¡Os estábamos esperando! Había sido una mascarilla de oxígeno lo que tenía a nuestro niño en su sillón. Apenas veíamos su boca, pero sus ojos, aunque algo cansados, estaban deseosos de payasos.
Tras la presentación del Dr. Taza (Bernardo Briones) y Mariabrisa (yo misma), se creó la complicidad. Descubrimos que el niño no podía salir porque estaba cuidando de unos fieros dinosaurios que dormitaban en su cama. Tras algún tímido acercamiento a estas fieras, pudimos comprobar que nuestro niño también tenía la fuerza de los dinosaurios. ¡Era más fiero aún que sus amigos los de la cama! Intentábamos acercarnos a él, pero enseguida nos rugía feroz. Temblábamos de miedo. Cuanto más miedo, más relajado se sentía él. Y entre sustos y carreras por la habitación, nuestro niño fue soltando su enfado por no poder salir. Y fue convirtiéndolo en risas e ilusión por la visita de los payasos. Le agradecimos la oportunidad de ver a un gran domador de dinosaurios y le otorgamos la medalla de niño fiero y sus ojos se deshacían en emociones.
Saliendo de la habitación, me dí la vuelta para despedirme de él, y le encontré mirando a su madre con mucha complicidad y llenos de entusiasmo. Miré a Taza y ambos también sonreímos de saber que nuestra visita trasformó un pesar que el niño arrastraba por sentirse atado a una máquina que le aportaba oxígeno.
Si tú también quieres que los niños hospitalizados cambien sus pesares por ilusión, puedes ayudarnos haciendo tu aportación en:
1 Comentario. Dejar nuevo
Yo no sé si me habría atrevido a ponerme delante de tan fieros dinosaurios y del mucho más fero DOMADOR. Hay que ser muy valiente para ello y por lo que veo lo hicisteis. Espero que si voy por allí, ya estén jugando todos en el parque de al lado de su casa.